Después de repasar la importancia de la anatomía básica de la herradura y antes de entrar en los detalles de las características del herrado normal, nos detendremos en el también interesante estudio de los metales de los que estuvo constituida tomando como referencia algunos de los apuntes que A. Thary propuso en el año 1880. No debemos perder de vista que a la par que la evolución de la industria inventaba nuevos metales, o perfeccionaba los naturales o sus usos, el resto de disciplinas aprovechaban sus avances para intentar mejorar las cualidades de todo tipo de herramientas o enseres, avances a los que los herradores y forjadores no fueron ajenos. De esta forma experimentaron sin cesar con los aportes que estas ciencias aplicadas le ofrecían de una manera cada vez más fructuosa y eficaz.
El hierro fue sin duda el más importante de los metales que se empleó, al menos en un principio. La aplicación del metal al pie del caballo acompañó, sino inicio, una auténtica revolución. El hecho de tener un precio bajo, de ser fácil de encontrar y sobre todo de ser un material que los forjadores dominaban por el empleo que de él hacían a diario, lo destinó a tomar la forma de herradura de manera habitual. No era extraño que las viejas herraduras se reciclasen en su paso por la fragua: “Las herraduras viejas son siempre buenas, porque sus pasos sucesivos por el fuego afinan el hierro y le tornan más resistente.”, el secreto estaba en que careciera de vetas de escorias o de óxido en su masa, que lo expondría a romperse con más facilidad mientras el forjador lo trabaja.
El empleo del hierro fundido hasta esa fecha contó con innumerables fracasos, debido a que el metal obtenido en los moldes se rompía con una facilidad y se desgastaba más rápidamente que el anterior una vez colocado en el pie del animal.
El acero o los aceros (ya que existieron tantos como proporciones distintas entre hierro y carbono idearon), obtuvieron resultados dispares. Se probaron aceros muy quebradizos y otros que sin embargo mostraron una mejor ductilidad que el hierro. Martin Siemens, Bessemer, Talcot o Duninng fueron algunos de los que experimentaron con este compuesto artificial para la fabricación de herraduras. Pero parece ser que fue la compañía de Ómnibus de París la que resolvería los problemas derivados del uso del acero al emplearlo en la herradura de Lafosse. Crearon una herradura mucho más ligera que la fabricada con hierro, fabricada en esta ocasión con un material que contenía además del carbono, silicio y manganeso; y que además era más barato que el hierro ordinario.

Joannes Jonstonus, 1678. A description of the nature of four-footed beasts.
Las pruebas con aluminio no fueron fructuosas en absoluto, desde su fabricación industrial a mitad del siglo XIX, se empleo en algunos casos debido a la extrema ligereza que mostraba, mucho mayor que la del acero. Pero sus inconvenientes eran tales que reducía su uso casi exclusivamente a los caballos de carreras en hipódromo. Las pruebas que hizo Lungwitz dieron como resultado que las herraduras fabricadas con este metal eran blandas o muy blandas, caras y además difíciles de trabajar. Otro de los inconvenientes curiosos que define Thary es:
“El aluminio resiste muy bien á los ácidos, pero que las bases como la potasa y la sosa le atacan muy pronto. Los caminos conservados con piedras calizas desgastarían rápidamente las herraduras de aluminio.”
El comandante de Intendencia Luis Constante en el año 1922 definió el herrado como un mal necesario: “Creo que el herrado del caballo es un mal, pero un mal necesario.” Y define la herradura como una lámina de hierro encorvada. Y en cuanto a materiales además del hierro sólo contempla el uso del cuero para herraduras, pero siendo este un material de recurso para campaña.
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