«Castaña encendida; alzada, 1.54; de la cruz al encuentro, 0.65; anchura de pecho, 0.44; longitud de los incisivos a la nuca, 0.64; de la nuca al nacimiento de la cola, 1.93; de la cruz a la cola, 1.08; diámetro torácico, 1.75; del esternón al casco, 0.82.»

Cómo se observa (o al menos se intuye) por la imagen, las yeguas de esta sección tienen la cabeza pequeña y descarnada, con los vasos aparentes; ojos grandes y mirada viva; cuello fino; cruz alta; brazos y antebrazos robustos, con músculos bien delineados; dorso recto, costillas arqueadas y vientre amplio; grupa ancha y casi horizontal; piernas rectas; articulaciones amplias; extremidades finas, con los tendones aparentes y perfectos aplomos.
La alzaba, según los datos a los que hemos tenido acceso, oscilaba entre siete cuartas y cuatro dedos a siete cuartas y seis dedos aproximadamente. Uno de los sementales que más importancia tenía en esta sección era el ejemplar «Maghreb» (prá) cuya reseña pasamos a describir:
«Castaño obscuro; alzada 1.52; de la cruz al encuentro, 0.70; anchura del pecho, 0.34; longitud de los incisivos a la nuca, 0.64; de la nuca al nacimiento de la cola, 1.93; de la cruz a la cola, 1.06; diámetro torácico, 1.75; del esternón al casco, 0.85.»

Cabeza de martillo, pequeña y descarnada, con la frente amplia, ojos grandes y mirada inteligente y noble. Hollares amplios, cuello fino y arqueado; cruz alta, espaldas enjutas y oblicuas; pecho ancho, brazos y antebrazos finos y potentes, dorso, un poco ensillado; grupa ancha y recta; piernas rectas; articulaciones desenvueltas, extremidades finas con tendones bien delineados y de un temperamento sanguíneo nervioso muy puro.

[Derecha] Sargento de piara. [Izquierda] Cabo de potreros. En los servicios de Remonta los soldados y mandos habían de conocer, según su ámbito, el manejo del maüser y la táctica, de igual modo que el mecanismo de las máquinas segadoras y las norias de riego; eran de alguna manera soldados y ganaderos. Cada piara de yeguas iba conducida por un Cabo Mayoral y tres Potreros, que vigilaban a los animales día y noche, practicaban la doma de traba y los conducían a los abrevaderos a diario. Vivían al raso, aguantando las inclemencias de cada estación. Existían casillas donde descansaban, pero los de turno jamás abandonaban la piara. El Sargento de Piara era el jefe inmediato de todos ellos. La vida del potrero era dura y fatigosa, requería de gran afición además del amor al puesto que se les suponía a todos ellos.
Parece ser que en la primera fase de desarrollo del programa de cubriciones de Moratalla (donde se obtuvieron 84 individuos, 43 machos y 41 hembras) se usaron como sementales básicamente dos caballos árabes; pero el que mejor resultado dio fue precisamente Maghreb, considerado como el héroe de los hispano-árabes. Su progenie fue toda muy superior, potros y postras mostraron cualidades y lámina irreprochables. Prueba de esta calidad es que los potros de esta sección conquistaron para la yeguada más de un Diploma de Honor en algunas de las Expociones a las que con sus madres se presentaron, aún cuando no tenían opción a premio alguno. Casi todos los machos nacidos en esta época se destinaron posteriormente a sementales para la promoción continua de la raza que se hacía desde Cría Caballar. Si tenemos que destacar a alguno de estos productos, no podemos pasar por alto al Hispano-árabe Bucefalo, que formó parte del 2º Depósito de Sementales. Tordo vinoso; alzada 1.54, desde la cruz al encuentro, 66; anchra de pecho 36, longitud de los incisivos a la nuca, 64; longitud de la nuca al nacimiento de la cola, 2.4; desde la cruz a la cola, 1.6; diámetro torácico, 1.75; y del esternón al casco, 82. Aunque desconocemos el año exacto (con seguridad muy próximo a 1900) Bucéfalo obtuvo el primer premio en la Exposición de Ganados de Córdoba.
En general los resultado que se obtuvieron fueron excepcionales así destacamos un comentario de A. Miguel y P.M. Baselga:
«Esta sección está absolutamente conquistada; los tipos salen iguales y a la mayoría de los productos no puede reprochárseles ni un detalle. Siguiendo con constancia, tendremos elegantes caballos españoles, con muchas vistas a la Arabia, y con el tiempo se podrá tener un buen caballo de guerra.»Si sometemos los datos que aportan ambos cuadros a un estudio comparativo, los resultados sobre la fertilidad de las Hispano-árabes hablan por sí solos, saquen sus propias conclusiones:

Los porcentajes teóricos que obtenemos sobre la fertilidad de las yeguas según estos datos y el número de hembras por sección son: Yeguas españolas (50%); Yeguas Hispano-árabes (61,77%); Anglo-árabes (53,58%); Hispano-norfolk (77,5%); Percheronas (37,5%) y las yeguas Pura sangre inglés (37,5%) igualmente.

Estos son algunos de los datos que aportaron Amaranto Miguel y Pedro Martínez Baselga, ambos veterinarios militares, en su magnífico libro La yeguada militar de Córdoba, impreso en 1902 en la imprenta La Verdad. Como reza su título, la tabla superior relaciona los ganaderos a los que la Yeguada del compró las hembras en su duración, así como el número de animales que adquirió de cada uno. La tabla inferior hace un resumen de las parideras en la Dehesa de Moratalla desde el año 1895 al 1902.
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