miércoles, 12 de noviembre de 2008

Caballos Há en Moratalla (I)

Seguimos en nuestro empeño de urdir parte de la anfractuosa historia del Hispano-árabe. En esta ocasión lo haremos acercándonos tímidamente a Moratalla, que fue en su día una de las más impresionantes instalaciones de la Yeguada Militar. Lo que algunos llamaran “el pequeño Versalles cordobés” aún hoy conserva el esplendor que tuvo antaño.


Fotografía en el jardín de Moratalla en 1920. A la izquierda, sentado, S.M. el Rey Don Alfonso XIII. A la derecha el segundo Marqués de Viana, Don José Saavedra y Salamanca, de pie y con el sombrero puesto, privilegio que le otorgaba ser Grande de España.

Moratalla no sólo es conocida por su historia o por los personajes ilustres que dejaron su impronta; sino también por los no menos ilustres caballos que la habitaron; pero ¿cómo fue Moratalla? Para situarnos en el tiempo detengamos la historia momentáneamente en el año 1902, y porqué no, con el poder que nos otorga nuestra ilusoria máquina del tiempo elijamos el mes de abril. Con unas precipitaciones acumuladas de 586 litros no nos será difícil imaginar praderas donde se derrochan los colores y sahumerios de Andalucía; romero en las cañadas, violetas tras de los cardos y éstos atalayas para alcaudones y colorines (jilgeros sin estudios) algo despistados. En total 1.280 hectáreas de suelo de cultivo, 12 hectáreas dedicadas a huerta y 8 hectareas de un magnífico jardín neosevillano o neoárabe que fue regenerado y ampliado entre los años 1914 y 1916 por el arquitecto francés Jean Claude Forestier, autor del Parque de María Luisa en Sevilla o de los jardines del Palacio de Liria en Madrid.


Aspecto actual del asiento de Moratalla.

Por entonces pertenecía la dehesa al segundo Marqués de Viana y Conde de Urbaza, D. José Saavedra y Salamanca. Sita en el término municipal de Hornachuelos, muy cerca de Posadas en la provincia de Córdoba, Moratalla establecía sus linderos con el cortijo de Nublos al norte, con Paterna y cortijo de los Paes al saliente, al medio día con el Río Grande, el Guadalquivir y al poniente con la dehesa de las Escalonias. Moratalla era un lugar ideal para su explotación agroganadera, a sólo 8 kilómetros de Hornachuelos, mirando al medio día y en la margen derecha del río.
Según los datos que aportan Amaranto Miguel y Pedro Martínez, los terrenos ocupados por la Yeguada eran sólo de unas 2.400 fanegas de tierra que tenían arrendadas al Marqués. Además del Guadalquivir, el río Bembezar, o Bembera, y otro gran venero abastecían la finca de agua en abundancia, este hecho hacía posible que se regaran con norias al menos siete fanegas de prados donde crecían alpistes, loliums, tréboles, melilotos, alfalfas, cerrajas, lechugas y verzas. Los terrenos ocupados por encinares, olivares y algún acebuchal determinaban con las pratenses de los pastizales y praderas la mayor parte del ecosistema de la finca.
El Bembezar que la cruza de norte a sur da vida a innumerables sotos de álamos y almezos, abedules e incluso algún que otro majestuoso quercus. La finca tenía por lo tanto dos impresionantes abrevaderos naturales donde no faltaba agua en ninguna época del año. Algo básico para la cría de caballos.
El caserío con múltiples dependencias para el personal de servicio estaba contiguo al pajar y una potreriza con capacidad para 80 animales. También una yegüeriza dividida en dos partes; una de ellas con 16 boxes para yeguas con rastra y la otra, de dos naves, con una capacidad total para 120 bestias. Estas instalaciones se completaban con varias cuadras con boxes para los caballos domados y un espectacular granero de dos pisos con capacidad para 10.000 fanegas de grano. (Para situarnos en esta medida muy ajena a nosotros en la actualidad la podemos transformar a kilos de habas, unos 500.000, de trigo, 450.000, de cebada, 330.000 o de avena, unos 280.000 kilogramos).


S.M. el Rey Don Alfonso XIII en un partido de polo en Moratalla.

Como curiosidad cabe destacar que la finca, a sólo 24 kilómetros de la capital, contaba con una estación de ferrocarril propia y como gracia daba servicio al pueblo de Hornachelos. Fue construida pocos años antes del tiempo que nos ocupa, por el que fuera primer Marqués de Viana, Don Teobaldo Saavedra. Esto le valió la distinción de “Hijo Predilecto de Hornachuelos”. La estación fue muy usada por el Rey Alfonso XIII, amigo personal de Don José de Saavedra y Salamanca, segundo Marqués de Viana, al que visitaba frecuentemente participando de las monterías que éste organizaba. El 17 de febrero de 1908 , el propio rey inaugura el espectacular campo de polo de Moratalla, a partir de este momento y hasta 1927, fecha en la que fallece el Marqués, muchas fueron las primaveras en las que se celebraron torneos donde participaban nobles extranjeros y la corte de Don Alfonso XIII que se desplazaba hasta Moratalla. La revancha de los torneos se tomaba en el mes agosto en el campo de polo de la Magdalena, en Santander. Desde luego un lugar mucho más fresco en esa época del año [...]


Un partido de polo en Moratalla.

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